DECLARACIÓN INSTITUCIONAL 8 DE MARZO 2020
#NoCalles #Somos8deMarzo
La igualdad entre mujeres y hombres es un derecho fundamental a garantizar en una sociedad que lo exige. Es un valor y un elemento clave para la erradicación del sistema heteropatriarcal androcéntrico y sexista imperante que nos oprime, nos violenta y nos discrimina. Este derecho a la igualdad de mujeres y hombres ha sido reconocido legalmente desde hace tiempo en nuestro marco jurídico, pero no es efectivo ni en todas las esferas de nuestras vidas ni es igual para todas las mujeres. Por eso aún hoy en día tenemos que velar por la plena participación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida. Así pues, a pesar de los progresos conseguidos hasta el momento, la igualdad entre mujeres y hombres en la vida cotidiana aún no es una realidad. En la práctica, persisten desigualdades políticas, económicas, sociales y culturales y los datos así lo muestran: en el ámbito laboral, a pesar de los esfuerzos para eliminar la brecha salarial, la diferencia entre el salario medio de los hombres y de las mujeres aún es un 23%. La brecha salarial más elevada la encontramos en las ocupaciones más feminizadas, donde la diferencia llega a un 29,4%. El techo de cristal sigue siendo un obstáculo evidente para las mujeres que sólo ocupan el 35,4% de los altos cargos de dirección y gerencia y es que, de acuerdo con el índice de igualdad de género, la dimensión con mayor desigualdad de género la encontramos en la presencia de mujeres en puestos de toma de decisión en el ámbito económico, social y político, siendo esta muy inferior a la presencia de los hombres. Por otra parte, las tareas de cuidado y conciliación siguen siendo socialmente responsabilidad de las mujeres, que piden 9 de cada 10 de las excedencias laborales solicitadas para el cuidado de familiares; las que no lo hacen porque no pueden, deben afrontar jornadas maratonianas en las que asumen dobles y triples jornadas. Prueba de ello es que la media de horas semanales que dedican las mujeres a tareas domésticas son casi el doble de las que dedican los hombres. Estas desigualdades llevan a muchas mujeres a la precariedad, siendo la pobreza una situación feminizada, que afecta a 1 de cada 4 mujeres en Cataluña. En el último año la brecha del riesgo de pobreza ha aumentado más de 4 puntos.
En otros ámbitos tampoco encontramos mejores resultados. La presencia media de las mujeres en prensa escrita en los medios es de un 27% y de un 22% en prensa digital; y sólo 1 de cada 4 de las personas federadas o profesionales del deporte es una mujer. Por otra parte, la elección de estudios sigue mostrando la presencia de estereotipos de género. Por ejemplo, la ingeniería y la arquitectura han sido las titulaciones menos logradas por las mujeres, con un 8% de los casos en el último curso. Esta invisibilización de las mujeres en diferentes ámbitos, dificulta o ralentiza el cambio hacia una sociedad más igualitaria en la que estén presentes más mujeres referentes en todas las esferas de la vida. Este 8 de marzo y cada día, las mujeres luchamos contra esta situación desigual e injusta. Los movimientos feministas, cada día más fuertes, son la punta de lanza de unas reivindicaciones que ponen sobre la mesa la necesidad de cambio, y que interpelan a los poderes públicos y el conjunto de la sociedad a garantizar de una vez por todas la igualdad real de mujeres y hombres. Queremos desmontar las estructuras que sostienen las discriminaciones diarias hacia las mujeres en todas las esferas de nuestras vidas. Y por eso, una vez más, habrá que aguantar los envites de una sociedad patriarcal resistente a ceder el poder y privilegios. Pero no cejaremos, ahora que hemos avanzado más que nunca, ahora que sabemos que la sororidad es nuestra insignia y cada día somos más, ahora que ya no hay marcha atrás. Ahora más que nunca queremos (menos!) la mitad de todo.
Las mujeres somos ciudadanas de pleno derecho hoy y cada día para que cada día #Sea8deMarzo